Eduardo Santos Guada. Pintor de árboles milenarios
que sueñan la primavera en un verde de acuarela
sugieren un dorado íntimo en otoño
y desafían desnudos al invierno
A la mirada apenas alcanza una luz tenue
en ese atardecer prematuro
ese ocre cargado de presagios esteparios
Y la mano solitaria, enterrada, ávida de raíces
y de agua y de luces, y entrañable,